sábado, 15 de septiembre de 2007

No iría de nuevo a Coroico

No iría de nuevo a Coroico.
Allí amé y odié intensamente
Di vueltas a una plaza ciega al frío
Degusté cacao en grandes hostias
bendecidas hace siglos,
Al amparo de la niñez más horrorosa.

Y miré
entre las demenciales hojas tropicales,
andanadas de dolor ajeno y propio.

No iré otra vez a los Yungas
Ni recorreré nunca el camino de la muerte
Para reconocer que allí odié y amé
Intensamente

Este poema -escrito el 2005- recoge la mitad envuelta en oscuridad, de lo vivido en un memorable viaje a Bolivia y de una no menos memorable travesía a los Yungas bolivianos, áreas tropicales, llenas de humedad, bucolismo sudoroso y siglos de paisaje detenido.

3 comentarios:

Carolina dijo...

Tu lenguaje me resulta cada vez más próximo y con un sentido más real e intenso. ¿Ha cambiado?, ¿he cambiado yo?

Mauricio Osorio Pefaur dijo...

Ha cambiado, porque he cambiado mi propia relación con la literatura: escribo con mayor seriedad que antes, pero con mayor soltura también, con una soltura de cabeza y de pluma que antes no encontraba entre mis asuntos.

Carolina dijo...

Me gusta, particularmente el lenguaje, sí, más suelto, como dices, pero también la reinversión de la nostalgia del tópico del Ubi sunt. ¿Dónde están los lugares y tiempos perdidos? Aquí hay un NO que me parece muy dueño de sí. Y al mismo tiempo, una afirmación de la riqueza de la experiencia, con la claridad suficiente como para saber a dónde no quisieras volver